La tendencia de estos últimos años se ha enfocado en generar una representación más digna de todos ¿Cuándo hablamos de la inclusión en las marcas, lo hacemos por necesidad, respeto o moda?
Cada que mencionamos la importancia de la inclusión en las marcas es probable que pensemos en dos cosas:
1. Romper los estereotipos que se han construido desde hace muchos años.
2. Ver diversidad de forma orgánica, tal y como la vivimos día a día.
El problema con estos factores es que no podemos destruir años de ideologías visuales en un ratito, incluso las marcas que se atreven a hacerlo siempre lo hacen de la forma más estética posible y buscan que vaya de la mano con su ADN, de modo que aunque se atreven a intentar la inclusión, casi siempre fracasan.
La realidad es que la inclusión y la diversidad no es algo que se debería “intentar”, sino que simplemente se debería aceptar y vivir como nuestro pan de cada día. Visto de esta manera la inclusión no debería ser tomada como una moda o una cuota que hay que cubrir, sino que en caso de que consideres que tu marca no sea inclusiva, debes plantearte las siguientes preguntas:
1. ¿Quién es tu audiencia?
2. ¿En tu publicidad hay personas que se parecen a tu audiencia?
3. ¿Mi producto/servicio es apto para personas con alguna discapacidad?
Todos buscamos ver personas más reales, más diversas y más cercanas, entonces ¿qué impide a las marcas de hacerlo? Sería bastante redundante decir que somos nosotros mismos pero es probable que así sea ya que desde siempre toda la publicidad y todos los medios que hemos consumido cumplen con un estereotipo al que ya estamos acostumbrados y seguramente nunca hemos visto a una persona en silla de ruedas en alguna pasarela o publicidad de tienda departamental. La realidad es que vivimos en un mundo que es muy diverso y debemos empezar a verlo a través de esos ojos, sin miedo a ser más incluyentes.